Lennox se veía culpable y Adrienne no pudo evitar sentirse molesta con su esposo. Se preguntaba qué habría hecho esta vez para hacerla sentir tan traicionada.
Lennox se enfrentó a ella e intentó tocarle el brazo, pero Adrienne se apartó y le lanzó una mirada fulminante.
—Addie...
—¡No me Addie, Lennox! ¡Dime qué has hecho esta vez! —exigió—. Te confié todo, y ahora...
Adrienne ya no sabía qué pensar o sentir. Se sentía una mezcla de traición, enojo y decepción todo a la vez. Ella confiaba en su esposo y entendía sus tendencias sobreprotectoras hacia ella, pero Adrienne temía que él hiciera algo drástico e irreversible.
—No es tu culpa, Addie —susurró Lennox, intentando consolarla—. No te culpes por mis acciones.
—¿Cómo no me voy a culpar, Len? —sus ojos brillaban con lágrimas mientras miraba a su esposo con frustración—. Te amo demasiado, Len. Nunca podría estar tranquila sabiendo que has hecho algo horrible por mi culpa.