Lennox entró en su dormitorio y se detuvo. Siempre había amado la soledad, pero después de conocer y casarse con Adrienne, le resultaba difícil no echar de menos su presencia. No podía evitar sentir un vacío sin ella a su lado. La habitación parecía vacía sin ella.
Cuando miró su cama, todo lo que podía ver era la figura durmiente de Adrienne a su lado, recordándole su calor y consuelo. Había rastros de ella en todas partes a las que miraba, desde la ropa que había dejado atrás hasta los libros que solía leer antes de quedarse dormida. Extrañaba tenerla a su lado y la vacuidad en su corazón se hacía más insoportable con cada día que pasaba.
Se sentó en la cama y pasó una mano por su cabello. Lennox la quería de vuelta más que cualquier cosa en el mundo. Quería abrazarla, sentir su calor, oír su risa y ver su sonrisa de nuevo.