Tardó una semana antes de que Adrienne pudiera volver al trabajo y retomar su rutina diaria habitual. Lennox estaba preocupado por su salud, pero le aseguró que el único malestar que podría sentir era el leve dolor de su herida de arma blanca. Debido a esto, también tuvo que detener su ejercicio matutino habitual y las rutinas de entrenamiento hasta que los médicos le señalaran que podía continuar.
Adrienne salió de la cabina de ducha con una toalla blanca cubriendo su cuerpo desnudo, sintiendo una sensación de alivio mientras el agua tibia se llevaba el estrés y la tensión de la semana pasada. Miró su reflejo en el espejo empañado del baño, notando que había perdido peso durante el mes pasado cuando estuvo postrada en cama.