—¡Lennox! —Adrienne abrió los ojos y se sentó en la cama.
La luz tenue dentro de la habitación y la lluvia fuera de la ventana no eran lo que esperaba ver al abrir los ojos.
—¿Addie? —La familiar voz de su esposo habló con preocupación.
Adrienne se volteó y vio a su esposo sentado al lado de la cama, luciendo preocupado y sobresaltado por su súbito estallido. Lennox parecía ansioso e incrédulo al verla despierta. Sus ojos eran oscuros, pero ella podía ver un atisbo de alivio en ellos.
—¿Qué pasó, Addie? Me asustaste —dijo él, su voz llena de genuina preocupación—. ¿Estás despierta? ¿Te duele algo, Addie? ¿Necesitas algo? ¿Tuviste una pesadilla?
—Len… —Ella lo miró aturdida. La vida pasada que se había reproducido ante sus ojos se sentía como un sueño.