Lennox sabía que tenía un largo día de trabajo ese día. No estaba dispuesto a dejar a su esposa, pero sabía que tenía que reunirse con la junta para una reunión importante.
—Volveré pronto, Addie —besó la frente de su esposa y miró su rostro pacífico.
Había pasado una semana desde que el monje revisó a Adrienne, y le dijeron que esperara ya que podría tomar algún tiempo para que Adrienne despertara. Ella necesitaría arreglar algunas cosas por su cuenta y enfrentar sus demonios interiores. Lennox entendió esto pero estaba dispuesto a esperar a su esposa siempre y cuando ella volviera con él.
—Cuidaré de Addie mientras estás fuera, Nox. Concéntrate en tu trabajo y no te preocupes por ella. Te llamaré si sucede algo —le aseguró Rosemary.
—Gracias, Mamá. Has sido de gran ayuda para mí y para Addie estas últimas semanas. No sabría qué hacer si tú y Cazador no estuvieran aquí para apoyarnos —le dijo.
Rosemary le sonrió y le dio una palmadita en el brazo.