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Había pasado un mes desde que Lewis vio a su hija, Elise, y nunca volvió a verla desde aquella noche. Se sentó en la silla fuera de la habitación del hospital de su madre, aturdido por la noticia de su fallecimiento. Sabía que su madre corría un alto riesgo antes de la cirugía, pero no había esperado que sufriera algunas complicaciones y perdiera la vida al final.
En ese momento, Lewis sintió como si el mundo se desmoronara. Quería gritar ante la injusticia de su vida. En un abrir y cerrar de ojos, lo perdió todo: su empresa, su esposa, sus hijos y ahora su madre. Lewis se preguntaba qué había causado tanta desgracia en su vida. Se cuestionaba si había cometido algún grave error o si simplemente era una cruel jugarreta del destino.