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El estado de ánimo de Ayla mejoró significativamente después de encontrarse con su madre. Sabía que no podía liberarse por completo del control de Alistair, pero quería recuperar algo de control sobre su vida y no ser tratada como una prisionera en esta enorme casa.
Todo se le proporcionaba lujosamente, desde comida hasta cosméticos y ropa. Era como si estuviera en un harén, pero todos solo atendían a sus necesidades y se aseguraban de que se viera bien para su esposo.
Sin embargo, Alistair le prohibió tener cualquier comunicación con el mundo exterior. Llevaban casados más de un año ahora, pero Ayla solo había visto a su esposo unas pocas veces, principalmente durante los primeros meses de su matrimonio.