Una limusina negra y cinco coches los esperaban en el aeropuerto. Adrienne miró los coches con curiosidad, preguntándose cuántas cosas había organizado su esposo para llevar en este viaje. Lennox le dijo que no se preocupara por la planificación y que dejara el resto a él, pero ella era escéptica.
Ella sabía que a su esposo le gustaba excederse con gestos extravagantes, y esta muestra de vehículos de lujo solo confirmaba sus sospechas. Sin embargo, decidió confiar en él y subió a la elegante limusina negra, ansiosa por ver a dónde los llevaría este viaje.
Era tarde en la tarde cuando aterrizaron, y el aire estaba lleno de humedad. Adrienne estaba acostumbrada al frío de Chiangshi, y el cambio repentino de clima era un contraste marcado.