—Si dice una palabra y me vende a las autoridades, le daré una lección que nunca olvidará —gritó Alistair en su teléfono a alguien antes de terminar la llamada.
Estaba fuera de sí. Todo se estaba derrumbando para él. Mientras Alistair conducía a la empresa filial, no podía dejar de pensar en cómo todo esto podría afectar a la Corporación Han. Lennox Qin ya tenía una venganza contra ellos, lo que podría ser la oportunidad perfecta para atacar. Alistair sabía que tenía que actuar rápido para asegurar la seguridad y reputación de la Corporación Han.
Cuando llegó a la empresa subsidiaria, notó inmediatamente que la policía todavía estaba allí. Respiró hondo y salió del auto, listo para enfrentarse a las consecuencias de las acciones de su subordinado.