Noah Qin tenía ya siete años, pero todavía había cosas que permanecían igual. Aunque creció como un guapo joven, todavía no estaba acostumbrado a ser amistoso con sus compañeros de clase. Sin embargo, esto no significaba que Noah no quisiera a sus nuevos compañeros de clase.
Adrienne, su cariñosa cuñada, había dejado a él y a su hermana mayor, Scarlett, en su nueva escuela más temprano con un suave recordatorio de intentar hacer amigos. Noah comprendía sus intenciones, pero no podía evitar sentirse agobiado por la idea de iniciar una conversación y su ansiedad cada vez que alguien se acercaba para hablarle.
Noah se quedó al borde del patio de juegos, escaneando la zona en busca de una cara conocida, pero no había ninguna. Luego notó a una joven sentada en un banco, absorta en una revista. Intrigado, se acercó cautelosamente a ella.
—¿Qué estás leyendo? —preguntó suavemente, tratando de no sobresaltar a su compañera de clase.
