—No actúes como si fueras mejor que yo, Adrienne. No eres más que una traidora a esta familia —le escupió él, sus ojos ardían de furia.
Adrienne se rió, su diversión era evidente. —Soy lo que soy, Cayden, y no me importa lo que pienses de mí.
La mandíbula de Cayden se tensó al darse cuenta de que no había manera de hacer entender a su hermana. Nunca sería capaz de hacerla ver la razón, y nunca sería capaz de hacerla entender cuánto daño había causado a su familia.
En ese momento, Cayden tomó una decisión. Si no podía hacer que Adrienne pagara por su traición con palabras, entonces la haría pagar de otras maneras. Debe haber algo que pudiera hacer para que Adrienne se arrepintiera de haberse puesto en contra de la familia Jiang.