Mientras charlaban y se ponían al día uno con el otro, Adrienne se dio cuenta de que formar parte de la familia Lennox era más que simplemente estar casada con Lennox. Se trataba de ser parte de una familia amorosa y de apoyo que la recibía con los brazos abiertos. Sabía que había encontrado un nuevo hogar con ellos.
Adrienne pasó tiempo con los hermanos de Lennox a medida que avanzaba el día y disfrutó de su compañía. Compartieron historias, rieron y crearon nuevos recuerdos juntos. Cuando la noche estaba por terminar, Adrienne se sentía contenta y feliz. Sabía que su vida había cambiado para mejor desde que conoció a Lennox y su familia, algo que nunca pensó que fuera posible en el momento en que renació.