Cuando el coche de Adrienne recorría la sinuosa carretera hacia la mansión de la familia Jiang, no podía evitar pensar en el pasado. Los recuerdos de su vida anterior volvían a su mente, pero los apartaba, concentrándose en la tarea que tenía entre manos.
—¿Estás bien, Addie? No te preocupes demasiado. No les permitiré que te obliguen a casarte con Alistair Han —dijo Reese mientras miraba a su sobrina con preocupación.
Adrienne había estado inusualmente callada desde esa mañana. Incluso notó cómo a Lennox le resultó difícil permitir que ella se fuera. En la opinión de Reese, sería mejor si esos dos anunciaran su matrimonio, pero también entendía el peligro que la familia Qin representaba para su sobrina.
Reese sabía que Lennox no podría proteger a Adrienne de todos, pero podía ver la determinación en los ojos del joven. Miraba a Adrienne como si ella fuera su universo entero, pensando que si algo malo le sucedía a Adrienne, Lennox Qin también perecería.