Adrienne estaba tensa mientras se dirigían a la finca Zhao. Subió las escaleras con temor, su corazón latiendo con fuerza en su pecho. Lennox sostenía su mano, y su tío Reese estaba justo delante de ella, pero ni siquiera su presencia podía hacer que se tranquilizara. Tenía miedo de lo que encontraría al atravesar la puerta de su madre.
La vieja dama Zhao saltó ansiosa de su asiento cuando Adrienne entró. El abuelo de Adrienne también parecía aliviado al ver a Adrienne llegar con su esposo.
—Addie... —dijo con los ojos brillosos de lágrimas antes de señalar hacia la cama de Rosemary, y para sorpresa de Adrienne, su madre le devolvía la mirada, sus labios esbozando una pequeña sonrisa.
Adrienne se quedó paralizada en el lugar. No podía creerlo. Su madre había estado en coma durante años, y los doctores habían dado pocas esperanzas de que despertara. La vista de ella sonriendo y reconociendo la presencia de Adrienne la llenó de una mezcla de alivio e incredulidad.