Un destello de diversión apareció en los ojos de Lennox mientras escuchaba los comentarios de su esposa.
—¿Qué has hecho esta vez, esposa? —preguntó—. ¿Le pediste a Madre que suprimiera la carrera de tu prima?
—No hice tal cosa —sopló Adrienne—. No necesito depender de la ayuda de Madre para cobrar mi venganza contra Ayla. ¿Sabes que hay muchas formas de molestar a tu enemigo y hacerles sentir impotentes? Una de ellas es impedirles conseguir lo que quieren.
Lennox arqueó una ceja, intrigado por las astutas tácticas de Adrienne. Se inclinó más cerca, con una sonrisa traviesa jugando en sus labios.
—Cuéntame más —instó, ansioso por conocer sus perversos planes para la caída de Ayla.
Adrienne se reclinó, formándose una sonrisa astuta en su rostro.