Desde su regreso, Lennox ha notado muchas cosas acerca de su esposa. Adrienne no sólo se había vuelto más hermosa en los últimos tres años, sino que su temperamento también había mejorado. Ya no era tan fría y distante como antes.
Lennox se sentía atraído por su calidez y afecto, dándose cuenta de que el tiempo que pasaron separados les había permitido crecer individualmente y fortalecer su vínculo como pareja. Estaba agradecido por los cambios positivos que había presenciado en su esposa desde su ausencia.
Adrienne solía ver el amor como un lujo que no podía permitirse tener. Sin embargo, ahora estaba dispuesta a comprometerse y permitirse recibir amor. Había llegado a entender que el amor no era una debilidad sino más bien una fuente de fortaleza y apoyo. Adrienne dejó ir sus miedos e inseguridades, abrazando la vulnerabilidad que viene con ellos.