Era la primera vez que Valerie pasaba la noche en casa de Myrtle. Ayudó a Adrienne a extender el colchón en el suelo y tomó las almohadas de Myrtle. Mientras se recostaba junto a Adrienne, una sensación de calidez y satisfacción brotaba en su corazón. Sin embargo, recordar el informe que recibió esa mañana agriaba efectivamente su estado de ánimo.
—Addie, tenías razón. Airi tramaba algo —murmuró en voz bastante baja mientras miraba el techo blanco.
La pantalla de la lámpara junto a la cama de Myrtle proporcionaba una iluminación escasa para el espacio. El suave resplandor de la pantalla proyectaba sombras tenues en las paredes, creando una atmósfera acogedora e íntima. Valerie podía sentir cómo sus párpados se volvían pesados, pero su mente aún daba vueltas alrededor de las sospechosas actividades de Airi. No podía deshacerse de la sensación de inquietud, incluso en la comodidad de la habitación de Myrtle.