Mientras Adrienne estaba allí, mirando fríamente a su padre con ojos indiferentes, una ola de ira la inundó. ¿Cómo puede alguien ser tan insensible con su propia sangre y carne? Había pasado años anhelando el amor y la aceptación de su padre, solo para encontrarse con la decepción y el abandono.
Al crecer, Adrienne a menudo se preguntaba cómo sería tener un padre que se preocupara y se tomara el tiempo para conocerla y cuidarla. Pero Lewis siempre había estado demasiado ocupado con el trabajo y demasiado absorto en sus ambiciones para molestarse por su hija con la mujer que más odiaba.
Su madre, por otro lado, se había convertido en el pilar de apoyo de Adrienne. Ella había llenado el vacío que su padre había dejado, proporcionándole amor y orientación cuando Adrienne más lo necesitaba. Su madre le enseñó la importancia de la bondad, la compasión y el valor de la familia.