```
—¡No sabía que era tu mujer! ¡Lo juro! —Ares rompió en un sudor frío.
—Aunque no sea mía, ¿cómo te atreves a dañar a una joven como ella? —Lennox le dio a Ares una mirada fría—. Has tratado a otras mujeres como si fueran insignificantes, que solo existen para satisfacer tus necesidades carnales. Has confiado demasiado en la influencia de tu familia, pero has codiciado a alguien a quien no deberías.
—Nunca entenderás completamente el dolor y sufrimiento que has infligido a tus víctimas, pero te prometo, pagarás por cada lágrima derramada y cada pesadilla sufrida —continuó Lennox—. Nos aseguraremos de que seas responsabilizado por tus acciones atroces.
—Si la ley no logra impartir justicia, ten en cuenta que haré lo que sea necesario para asegurarme de que nunca vuelvas a herir a otro alma —prosiguió Lennox—. El mundo será liberado de tu presencia, de una forma u otra.