Valerie no podía dejar de reír una vez que estaba sentada. Acababan de regresar a su aula, pero no podía superar lo que había presenciado antes.
—Dios mío, Addie. ¡Nunca hubiera pensado que tienes una lengua tan perversa! Nunca antes había visto a Ayla Jiang hacer una cara así —comentó mientras se carcajeaba recordando la expresión de Ayla. Afortunadamente, la mayoría de sus compañeros aún no habían regresado y Adrienne solo pudo negar con la cabeza.
—Es hora de ponerla en su lugar. Está acostumbrada a usar la mano de otro para menospreciar a alguien. Lamento a aquellos que fueron engañados por sus falsas sonrisas —continuó Valerie.
—Si alguien te escucha, atraerás problemas. No olvides que tiene muchos admiradores aquí —le recordó Adrienne. No sabía por qué Valerie eligió pasar el rato con ella y Myrtle, pero supuso que sería lo mejor. En el futuro, podría ayudar a Valerie a evitar la calamidad que eventualmente arruinaría su vida.