—Así que eso es lo que es —Adrienne no parecía ofendida por el arrebato de Raelyn, pero esperaba que algo así sucediera. Ayla solía defenderla frente a todos, fingiendo ser magnánima mientras difamaba a Adrienne al mismo tiempo.
Esta vez, dirigió su atención hacia Ayla.
—Ayla, ¿es esto lo que le dijiste a todos? ¿Vas a decir que todo fue un malentendido como la última vez? —Ayla se sobresaltó ante la pregunta de Adrienne y recordó el leve escalofrío que sintió cuando se encontró con Adrienne la última vez.
—Addie… esto… —Podía sentir el sudor frío formándose en su nuca al encontrarse con los ojos obsidianos de Adrienne. Se sentía muy extraño, como si Adrienne se burlara y la escudriñara al mismo tiempo.
Ayla pensó que, dijese lo que dijese ahora, Adrienne podría ver más allá de su pretensión. ¿Cuándo se volvió tan astuta esta simpletona?
—El regalo del que todos hablan es esto —Adrienne dijo de repente, sacando algo de su bolsillo y mostrándoselo a todos.