—Necesitamos conseguir nuestras manos en esta droga llamada calamour, puedo devolverla a su forma original y podemos plantarla justo en la frontera de donde se están acercando los Mosquitos Chupadores Gigantes a nuestra tierra —dijo Mo Qiang con una mirada firme en sus ojos.
No estaba dispuesta a embarcarse en otra aventura, especialmente en el territorio de un señor de la droga, pero Mo Qiang no quería perder todo por lo que había trabajado arduamente, y por eso esta misión era muy importante tanto para ella como para todo el pueblo.
—Pero hermana, aunque estoy de acuerdo contigo —Mo Xifeng dudó—. No quería ser quien pinchara el globo que Mo Qiang había inflado, después de todo sería no solo grosero sino también extraordinariamente extraño que rechazara una aventura, pero nuevamente, ella no era una criatura de hábitos.
No dejaba que sus hábitos la abrumaran. Algo de lo que estaba bastante orgullosa.
