—Me alegra saber que tus sentimientos siguen siendo los mismos, señorita Qiang —la presión que llenaba toda la estancia se relajó en el momento en que Fu Zhao sonrió, haciendo que los demás suspiraran aliviados—. Me habría disgustado tener que hacerte partir de este mundo, más aún, tu madre es mi querida amiga y súbdita. Sería bastante terrible si te hiriera.
—Jaja —Mo Qiang no dijo nada y simplemente se rió, no sabía de los demás pero ella se sentía bastante angustiada. En ese momento se sentía como un novio al que le están forzando a casarse a punta de pistola, aun así, solo pudo poner la revista que tenía en las manos con cuidado a un lado y bajo la mirada de Fu Zhao hasta la acarició un poco para hacer parecer que realmente la consideraba un tesoro.
Todo era culpa de su mala suerte, si hubiera nacido con un poco más de suerte entonces...