—Mi... Mi trasero va a sangrar si continúas... así —La Señora Lian croó mientras miraba desesperadamente a Mo Yan y le hacía señas para que detuviera la locura de Mo Qiang. Había perdido toda dignidad y reputación, que ya era suficiente castigo en los ojos de la Señora Lian, ¿entonces por qué le estaban dando golpes tan fuertes que su durazno se estaba convirtiendo en una sandía?
—Ja, ¡comparado con lo que has hecho esto no es nada! —Mo Qiang respondió enojada, ni una pizca de su ira se había calmado mientras continuaba golpeando a la mujer que se esforzaba por alejarse de ella. Por culpa de la Señora Lian, se perdió una vida aunque Mo Qiang no sirviera para nada, aún era esposa e hija; si no hubiera transmigrado a este mundo, ¿quién sabe qué podría haber pasado con la familia Mo!