—Elliana, mírame —Sebastián tomó sus mejillas, obligándola a mirarlo.
—Por favor, cálmate, mi amor. Sé que estás asustada, pero por favor no lo estés, amor. No dejaré que nada te pase. Créeme. Mataré a cualquiera antes de que se acerquen a ti para hacerte daño. Nadie lo hará —Sebastián comenzó a hablar, pero se detuvo cuando Elliana negó con la cabeza.
Ella tomaba respiraciones cortas y rápidas para calmarse también mientras colocaba su mano en su pecho para sentir su corazón.
Sebastián inmediatamente colocó su mano sobre la de ella para asegurar su mano sobre su corazón, dejando escapar un suspiro suave mientras miraba a su mundo entero y vida entre sus brazos, tan asustada.