—¿Mi muerte? —Elliana miró a Leila divertida antes de sacudir la cabeza y soltar una pequeña risita.
—Dime algo que no sepa. Soy consciente de que hay un montón de brujas detrás de mis poderes ahora, o mejor dicho, de mi sangre y alma. Quiero decir, hasta mi propia madre me respalda, así que ¿cuál es el factor sorpresa aquí? —Elliana preguntó, levantándose de su sitio mientras caminaba hacia el balcón, deseando mirar la luna otra vez.
Era su pasatiempo favorito desde la infancia. ¿Tal vez porque podía simpatizar con ella? Tan solitaria y aun así brillando con fuerza. Eso es lo que ella también quería hacer.
No quería que los demás atenuaran su brillo, no importa cuán sola se sintiera.
Leila miró la espalda encorvada de la chica y suspiró. Sabía que lo que estaba haciendo probablemente no era correcto. Si su jefa se enterara, le arrebataría todos los poderes que le había dado, y eso era lo último que quería que sucediera, pero...