Sebastián caminó al interior del palacio con la princesa en sus brazos y todos los que leyeron el mensaje de Ambrose, que decía que su príncipe estaba descontrolado hoy porque la extrañaba, sonrieron involuntariamente.
Se inclinaron en señal de respeto, sin atreverse a levantar la cabeza. No podían mostrarle al príncipe sus sonrisas, lo que seguramente les causaría problemas si él se enteraba del grupo y de lo que hablaban en ese grupo.
—Mmmm —Elliana gimió incómoda, y Sebastián instintivamente la atrajo más hacia su pecho para arrullarla aún más mientras dormía en sus brazos.
—Señor, ¿la princesa tomará algo de aperitivos o cena o ya le ha dado de comer fuera? —Las palabras de la Señorita Zoya lo detuvieron.
Sebastián notó al chef que se asomaba detrás de las puertas del comedor.
Con solo una mirada supo que el chef quería que la princesa comiese lo que él había preparado hoy.
Sebastián suspiró.