—Bueno, espero no estar interrumpiendo. Solo necesito llevarla un rato —dijo el hombre, y antes de que Lucas pudiera reaccionar, ya estaba alcanzando la puerta trasera para sacar a Elliana.
Elliana, por otro lado, que apenas se salvó de golpearse la cabeza contra la ventana por el impacto del tirón repentino, miró al hombre confundida.
Ella no quería decir su nombre y contarle a Lucas que lo conocía, pero su mirada lo decía todo.
—Príncipe Nathaniel, no puedes llevarte a nuestra princesa así como así. Tendrás que pedirle permiso al Príncipe —dijo Lucas, pero la mirada de Nathaniel estaba fija en Elliana.
Él se sentía rebelde hoy y no le importaba nada de nada.
—¿Y si no lo hago? Elliana me conoce bien, y ya hemos interactuado antes también. Será solo una pequeña charla —dijo Nathaniel, con la mirada centrada en Elliana, quien al ver las emociones en sus ojos supo inmediatamente que era importante, o él nunca arriesgaría las cosas por ella de esta manera.