—¿Qué es esto? —Elliana miró a su alrededor mientras se encontraba teletransportada a un lugar extraño.
Todo a su alrededor estaba pintado de rojo. Y no era una exageración.
El cielo era rojizo. Los árboles, todos estaban secos y parecían sin vida, no había plantas pequeñas, y los arbustos estaban llenos de espinas. Incluso la luna en el cielo era roja.
—¿Dónde estoy? —preguntó a nadie en particular, sintiendo una extraña ansiedad en su corazón al sentir que había sido arrastrada lejos del mundo real.
La parte más aterradora era que ni siquiera sabía cómo volver al mundo real.
Hacía un calor extrañamente cálido aquí, del tipo que hace que la piel pique y quiera sudar el calor. Sin embargo, no había sudor en su cuerpo, solo extrañas punzadas.
Con una expresión confundida, Elliana se limpió las lágrimas casi secas y caminó alrededor durante unos minutos, dirigiéndose al acantilado.
Se movía con cautela, insegura de la resistencia de las rocas.