—Señor Marino, por favor —Elliana gimió bajo su asalto que había sido cuando él ni siquiera había tocado su ropa ni había hecho ningún movimiento atrevido.
—¿Por favor qué, Princesa? ¿Te molesta? Pero recuerdo que no querías quitarte los shorts para mí —Sebastián sonrió sobre su piel mientras succionaba su cuello más fuerte, haciendo que ella apretara aún más sus piernas alrededor de él.
—Yo... Aaaaahhh —Elliana se sacudió hacia adelante cuando él pellizcó sus pezones de nuevo, el calor acumulándose en sus piernas hacía que le resultara difícil pensar en otra cosa.
Iban a ver una película.
Eso es exactamente para lo que estaban allí.
Los planes eran completamente diferentes, pero ahora con su boca en ella moviéndose entre su cuello y sus senos, la película era la última cosa en su mente.