—¿Qué demonios estás haciendo? Si quieres herirme, ¡golpéame a mí! ¿Por qué la estás lastimando a ella? Ella es la persona de la que tu Príncipe quiere que me aleje. Ella es su esposa. ¿Ni siquiera sabes eso? —Aditya gritó a los guardias antes de toser sangre.
Los guardias se burlaron de él.
—Bueno, si ella es esa persona, debería conocer sus límites. ¿Cómo se atreve a andar de zorra y caer en los brazos de otro hombre cuando nuestro príncipe la ha tratado bien? —dijeron los guardias.
Elliana miró hacia abajo a sus pies, sus piernas estaban arañadas y su espalda se sentía como si hubiese sido golpeada con un martillo. No se sentía nada bien.
Pero lo que más le dolió fueron las palabras que estos guardias usaron sobre ella. ¿Perra? ¿Zorra?
Elliana levantó la mirada y los miró directo a los ojos.
Se puso de pie y agarró la rama del árbol antes de torcerla y romperla del árbol.