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—Eres un mentiroso —Natanael se puso de pie, negando con la cabeza.
Arizona miró al hombre frente a ella, a quien siempre había tratado como si fuera su hijo, y se dio la vuelta, incapaz de soportar ver su condición por más tiempo.
En este juego de proteger a esa chica y mantener a Elliana para sí misma, todos resultaron heridos. Algunos un poco menos, y otros más.
Natanael era uno de ellos. El único problema era que él había perdido algo aún más precioso de lo que Arizona podía imaginar y no podía compartir el dolor de esa pérdida.
—¿Có... cómo es eso posible? —Natanael preguntó, queriendo escuchar la supuesta verdad de Arizona para poder rectificar las cosas por sí mismo en el futuro.
No había manera de que él aceptara solo su palabra cuando ella no había hecho otra cosa que mentirle durante toda su vida.
Arizona abrió la ventana para dejar entrar el aire frío a su cabaña, queriendo ocultar sus lágrimas en ese frío.