—Señor Marino —Elliana susurró a su oído tan pronto como la llevó a la habitación designada.
—Suelte mi mano, Princesa. Debería cambiarse e ir a la cama ahora —Sebastián intentó controlarse lo mejor que pudo en una situación como esta.
Él necesita salir de esta habitación.
Después de haber tocado sus labios, su suave piel, y de saber cómo suena hacerla gemir y escuchar esas voces seductoras dulces como la miel, él no será capaz de controlarse por más tiempo si la princesa sigue con su comportamiento.
—Oye, mírame —Elliana entrecerró los ojos y agarró su mandíbula, sorprendiendo a Lucas, quien entró a la habitación después de tocar.
—Señor, ¿dormirá aquí o en la habitación conmigo? Debo hacer los arreglos necesarios —Lucas preguntó, desviando la mirada.
—Estoy actuando como guardaespaldas. Es lo suficientemente racional como para no dormir con ella aquí y evitar cualquier rumor sobre ella —Sebastián dijo, sin apartar su mirada de las suaves de Elliana.