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Se duchó rápidamente, se puso un vestido azul con pequeñas flores blancas y un par de botines negros cortos. Como joyería se puso unos largos y finos aretes de plata y su cabello lo mantuvo recogido en una cola de caballo.
—Si hace frío solo añadiré una chaqueta —se dijo a sí misma—. Oye Severo, ¿cómo me veo?
El perro negro estaba sentado en su cama, observando cada movimiento suyo mientras se ponía accesorios y maquillaje.
—Como una segadora —respondió—. Una que debería estar cultivando en este momento. No te pongas engreída solo porque has subido un nivel, aún eres demasiado débil.
—Tengo que equilibrar mi vida como humana y como segadora. Si fallo en una, la otra se verá afectada. ¿Por qué no vas y comes unas fichas que puse para ti en tu plato? Te dejé un tazón de leche cocida con agua cristalina e incluso le dije a Fey que asara algo de carne para ti.
Severo bajó la cabeza, ocultando su nariz entre las mantas. —Su cocina no es como la tuya.
—Todavía está aprendiendo.