Escarlata prefería engañarse un momento. —¿Papá, eres tú? —preguntó con una voz llena de esperanza,
Había una pequeña parte de ella que esperaba que su padre o incluso alguno de sus hermanos acabaran de entrar y no Esong Wu.
—No, no soy tu padre —respondió él.
Escarlata tuvo que darse ánimos en su cabeza. —Está bien, tienes tu historia bien armada, no hay necesidad de entrar en pánico.
Su corazón latía rápido pero puso una sonrisa forzada en su rostro y se giró. Lo vio de pie en la entrada de la cocina. Tenía los brazos cruzados sobre su pecho y parecía listo para tener una conversación seria.
—Entonces —dijo ella con una voz tan calmada como le fue posible—, ¿qué buscas en la cocina?
—Quiero hablar contigo en privado —contestó él.
Su madre y su hermana se hicieron a un lado sin que se les pidiera.
Tan pronto como se fueron, Esong cerró la puerta y de repente solo estaban ellos dos en la cocina.