—¿Qué? —respondió ella.
Esong miró a Tion y al conductor, luego erigió una barrera de sonido para que pudieran hablar en privado.
—¿Hablas en serio sobre esto? —él le preguntó.
Ella le dio una mirada seria y asintió con la cabeza.
—Cien por ciento, Esong. Le permitieron entrar con otras cinco personas y ninguna de ellas tenía ningún documento oficial o apropiado que les otorgara acceso a la parte interna del castillo. No sabían sus intenciones, solo su estatus noble. ¿Y si vino con piratas espaciales? ¿Y si vino con desertores o soldados de una nación enemiga?
Esong soltó una risita y ella lo miró con furia.
Además, lo abofeteó levemente en el pecho, inyectando un poco de su fuerza sobrenatural en la bofetada.
—No es gracioso —dijo ella con enojo.
—Eh, estás exagerando un poco, querida. Quiero decir, soldados de una nación enemiga es... bueno... —habló con cuidado, sin querer aumentar su obvia ira.