—Sephora miró a su alrededor la hermosa oficina limpia y le lanzó a Escarlata una mirada de confusión aturdida.
—Aquí —dijo—. ¿Quieres que libere a los animales aquí dentro de tu oficina?
—Sí —confirmó Escarlata—. No todos, solo uno de cada tipo para poder confirmar lo que has encontrado y si es comestible o no.
—Está bien —dijo Sephora.
Ella se levantó y sacó una cápsula del brazalete de almacenamiento en su brazo. La cápsula se abrió y liberó el primer animal.
—Conejo, es comestible —confirmó Escarlata. No le sorprendió que encontraran conejos porque ella había comprado alrededor de doscientos y Severo los había esparcido por el bosque.
Sephora devolvió eso y liberó otro animal.
—Cabra, también comestible —confirmó Escarlata.
Y así continuó, con Sephora liberando, Escarlata identificando y Preciosa grabando las especies después de tomar una foto.