—¿Has perdido la maldita cabeza? —Esong fue empujado en el hombro por un hombre grande y amenazador, que llevaba una mueca muy expresiva en su rostro.
—Una vez más —dijo Esong con una voz calmada pero mortal que prometía graves consecuencias—. Tócame una vez más general Sang y esto se convertirá en un escenario completamente diferente.
El general Sang, que vestía un uniforme rojo y negro, respiraba furiosamente, y jadeaba pesadamente sin necesidad, parecía estar extremadamente enojado. —Expusiste los detalles de una misión que no se supone que debe ser compartida con la gente en la televisión nacional solo para que_
—¡Oh cállate imbécil pomposo, no era tu misión, era la mía! No te vi ofreciéndote cuando el emperador nos pidió a tres de nosotros asumir la misión de estudiar a la princesa Xenoan, de hecho, te encogiste como un pito disfuncional!
—¡Huh! —Un oficial que acababa de entrar en la oficina privada de Esong en la asociación de guerreros mecha respiró a fondo.
