Antes de ir a buscar a este devorador de almas, le echó a Esong una última mirada prolongada. Mientras lo hacía, se preguntaba qué porcentaje de su orgullo había influido en las circunstancias actuales de él. Solo tenía que aparecer un segundo pero se contuvo, queriendo que él la buscara y se disculpara por no llamarla ni enviarle mensajes. ¿Tenía razón Cecily al decir que aún quería salir del matrimonio? No se sentía así, pero quizás había una pequeña parte de ella, en el fondo de su mente, que consideraba la relación irremediable, a corto plazo incluso. Tal vez era porque últimamente todo lo que oía era que su relación tenía un límite de tiempo. Y en la larga vida inmortal de un segador, ese pequeño tiempo que tenían juntos era como una gota en el océano.
—Te sientes culpable, ¿verdad? —le preguntó Severo.
—Sí. No negó lo que era cierto. Si tan solo hubiera aparecido...