Procesando esta nueva información, Escarlata pensó en lo que los gatos habían informado, algo salió del suelo y atacó a un miembro del gremio sombra, arrancándole el brazo y comiéndoselo.
—No fue el suelo, fue el agua —corrigió el gato marrón.
—No, fue el suelo, lo vi claramente —insistió el gato blanco.
Escarlata miró entre sus dos testigos oculares, preguntándose a cuál creer. El que despreciaba a los humanos o el que insistía vehemente en tener razón mientras frotaba su cabeza contra sus dedos. El gato blanco probablemente era un complaciente, un glotón por las caricias y los rasguños.
—Severo —llamó en su mente—, ¿qué debo hacer? —preguntó.