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—Adiós mamá —él seguía saludando y gritando fuerte mientras se alejaba.
—Mmm, adiós bebé —ella saludó de vuelta y gritó igual de alto. Tanto madre como hijo ignoraron la primera regla de la biblioteca que era mantener silencio en todo momento. La bibliotecaria jefe era una mujer de aspecto severo que Escarlata había contratado porque se adhería a las reglas en cada situación sin importar quién fuera la persona. Originalmente, se suponía que iba a ser la jefa de todas las criadas del castillo recomendada por su madre, pero Escarlata la desvió a la biblioteca.
La mujer, que insistía en ser llamada señora Olga, era reservada y le gustaba mantenerse para sí misma, así que el trabajo de biblioteca le quedaba perfecto. Olga no hacía secreto de su desaprobación hacia Escarlata por violar la regla más importante de la biblioteca.