—¡Hey! —Mega Su gritó fuerte desde la entrada que llevaba a la sala de estar—. ¿Cuántas veces tengo que decirte que en la familia real no hay divorcios? —Se acercó y le dio dos palmadas en la espalda a Escarlata.
Su grito estruendoso sobresaltó a los dos ancianos de la habitación porque este tipo de gritos en su casa solo se daba cuando uno estaba enojado, extremadamente enojado. Esta mujer fuertemente embarazada gritó como si quisiera que el techo de la casa se viniera abajo. ¡Y para colmo, se involucraba en violencia física con su propia hija!
—Ahh, madre —gritó también Escarlata—, duele.
—Sólo mantente callada y sígueme. —Tiró de la oreja de Escarlata y sonrió disculpándose ante los ancianos:
— Lo sentimos, tenemos algunas cosas de las que hablar. —Arrastró a su hija fuera y se escuchó otro grito.
—¡Ja! —Cecily inclinó ligeramente la cabeza.
—Te acostumbrarás —Esong soltó una carcajada.
—¿Todos son así? —su abuela preguntó curiosamente.
Esong asintió:
