Ella quería que sus amigos fueran más fuertes y creía que guardarían el secreto. Después de todo, no les explicó el origen de estos vegetales.
Después de que los cuatro conversaron un poco, Marcos y Lucía volvieron mientras llevaban la caja de hielo que contenía los órganos del oso y del tigre que Dylan había preparado antes. Realmente no podían permanecer allí fuera mucho tiempo y ninguno de los dos lo deseaba.
Hacía un frío helador.
No había manera de que quisieran quedarse afuera.
Dylan y Anna se miraron el uno al otro.
—¿Quieres continuar construyendo la base con los materiales que pediste? —preguntó Anna.
—También son máquinas para el invernadero —Dylan sonrió—. Vamos a seguir haciéndolo por el momento y mañana, vamos a continuar con nuestra práctica.
—¡Sí!
…
El tiempo pasó rápidamente.