—Anna, ¿hiciste algo? —preguntó el Mayordomo Henry.
—Estaba practicando mi habilidad, Tío —dijo Anna sin mirar atrás, aún observando la ubicación del Viejo Maestro Daniels. Esperaba que hubiera alguna señal que le dijera que él estaba bien ahora y que no había nada malo.
El tiempo pasó silenciosamente.
A medida que pasaban los segundos, Anna se alivió al ver que la cantidad de energía de vitalidad que escapaba del Viejo Maestro Daniels disminuía. Al mismo tiempo, su pálido rostro parecía mucho mejor. La respiración entrecortada también se había calmado lentamente.
—Entonces, funciona —Anna suspiró aliviada.
Después de unos segundos más, Anna ya no pudo ver la energía de vitalidad, pero no estaba preocupada. Si no podía verlas, entonces significaba que el Viejo Maestro Daniels estaba en mejor condición y ya no estaba al borde de la muerte.
Para ella, eso ya era lo mejor.
—Tío Henry, ¿Dylan todavía no ha vuelto? —Anna se volvió para mirar al Mayordomo Henry.
