Era más del doble del precio en el supermercado.
No es de extrañar que la gente solo mirara pero nadie se atreviera a dar un paso adelante para comprar. La comida más barata en la base era solo las gachas o el bollo en la cantina. Pero todos tenían una cuota limitada de cuántos podían comprar en un día.
—Qué caro —comentó Anna.
—Hay un límite en la cantidad de grano que se venderá en el supermercado cada día —dijo Dylan. Cuando fueron al supermercado no hace mucho, habían comprado unos kilos de arroz. El precio había subido a 9 puntos de contribución por kilogramo, pero no era nada para los dos que tenían miles de puntos de contribución.
De todos modos, no querían comprar nada más, así que comprar comida no es nada.
—Y cuando se acabe la comida, solo podrán venir aquí a comprarla —Los ojos de Dylan destellaron con frialdad. Él también era empresario y entendía que estas personas estaban subiendo el precio con el fin de obtener beneficios.
