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Después de la conversación sobre su plan para el día siguiente, todos regresaron a su respectiva habitación.
Dylan miró la habitación de Anna. —¿Quieres que te ayude a limpiar los muebles?
—Uh... —Anna se detuvo por un momento. Las cajas estaban todas puestas en su espacio en lugar de su sala de estar ni su cuarto de almacenaje. Entonces, si Dylan entrara en su apartamento, se daría cuenta de que en realidad no había nada allí.
En ese momento, sería incómodo para ella decirle algo a Dylan.
—Hagámoslo más tarde. Ya es tarde y mañana nos espera un largo viaje —finalmente dijo Anna.
Dylan pensó por un momento y luego asintió. —Está bien. Buenas noches, Hermana Anna.
—Buenas noches, Dylan.
Los dos se fueron a sus respectivos apartamentos y Anna suspiró mientras tomaba una caja que contenía una mesa y dos sillas. No pensaba que Marcos o Lucía subirían pronto.
Además, ya había colocado una alfombra en el suelo, lo que facilitaría sentarse en el suelo si quisieran.