—Parece como si hubieran pensado y preparado todo —comentó Anna.
Lucía se rió. —Si realmente lo han preparado todo, no sería posible dejarnos quedarnos en ese apartamento roto.
—¿Tienes alguna queja de mi apartamento?
—Lo siento, Dylan, pero digo la verdad que tu apartamento roto no es muy bueno para quedarse por un largo período de tiempo sin acceso al mundo exterior.
Dylan tenía ganas de golpear a la otra parte. Pero pensando en sus palabras, se dio por vencido por completo.
De todos modos, él sabía muy bien que también estaban diciendo la verdad de esa manera.
Estaban a salvo de la inundación pero solo podían vivir cómodamente porque tenían suficientes suministros cuando llegaron al lugar.
Pero después de haberse quedado allí por un período de tiempo, habría muchas inconveniencias.
—¿Cuánto combustible te queda? —preguntó de repente Anna.
—¡AH $%^&*()!
Una serie de maldiciones salieron de la boca de Lucía.
—Jóvenes, ¡no maldigan! —protestó el Viejo Maestro Daniels.