Cada una de estas revelaciones hacía que Anastasia parpadeara, sintiéndose abrumada. Al verla vacilar ligeramente, él preguntó con un toque de preocupación:
—¿Quieres regresar a Versalles?
Anastasia negó con la cabeza.
—No, yo estoy bien. Se está poniendo interesante… Su curiosidad se había agudizado y estaba ansiosa por aprender más, así como por conocer a la mujer que había apuñalado a Dante. Parecía como si el destino le hubiera otorgado una mala hermana antes de bendecirla con Marianne, pensó para sí misma.
—¡Intrusos en los terrenos! ¡Intrusos! —Anastasia oyó que anunciaban unas voces chillonas.
Dos demonios menores, de estatura ligeramente enana, se apresuraron por los corredores empuñando estacas en sus manos.
—Intru —¡Maestro Dante! —exclamaron, presionando prontamente sus frentes contra el suelo sucio—. ¡Bienvenido de vuelta al inframundo, Maestro Dante! —Cuando levantaron sus cabezas, uno de ellos dijo:
—Usted tiene, eh, a una persona viva aquí…