—¡Idiota! ¿Qué estás haciendo? —el zorro color ámbar gritó con ira.
Pero a pesar de su enojo, el zorro color ámbar ya estaba preparado y de inmediato desató sus llamas bermellón para proteger a los zorros detenidos de los afilados fragmentos de la enorme bola de acero destruida.
Las brillantes llamas bermellón formaron instantáneamente una pared que derritió todos los fragmentos afilados que volaban en su dirección.
El líder del Culto Eterno Gozoso resopló fríamente y se quejó:
—¡Bestia ingrata! Si puedes usar tu habilidad para proteger a esas cargas inútiles, ¿por qué no usaste tu capacidad para proteger a mi gente?.
El zorro color ámbar devolvió la mirada al líder del Culto Eterno Gozoso y respondió con fastidio:
—Humano egoísta, ¿ya olvidaste nuestro acuerdo? Tú deberías ser quien me proteja a mí y a mi gente de cualquier daño hasta que salgamos de este lugar, mientras yo te muestro el camino para encontrar los tesoros del Señor de la Ciudad con mi habilidad divina.
