Tang Li Xue detuvo su movimiento al empujar la puerta azul cuando escuchó la voz arcaica de la voluntad del dueño de la tumba que le pedía que esperara.
Tang Li Xue entrecerró astutamente sus ojos azul topacio mientras curvaba un poco sus labios rosados hacia arriba.
—¿Esperar un minuto? ¿Por qué? ¿Quieres decir algo para persuadirme? Solo para que lo sepas, ¡nunca aceptaré ninguna de tus pruebas! Está bien si quieres darme la herencia gratis ahora mismo. Después de todo, ya pasé cuatro de tus pruebas. Pero si quieres que tome esa última prueba, entonces lo siento... ¡Todavía aprecio mucho mi vida! No importa lo buena que sea tu herencia, mi vida sigue siendo lo más importante para mí —declaró Tang Li Xue a la voluntad del dueño de la tumba.
